Los que me conocéis sabéis que una
de las cosas que más me preocupa es la educación de mi hija, bueno dentro de
poco también del peque. Las cosas que hagamos por ellos ahora o la forma en que
enfoquemos sus perspectivas van a marcar de una manera determinante su futuro.
Para mí, la educación tiene tres
pilares fundamentales: la casa, el colegio y el ambiente en el que nos
desarrollemos. Hay muchos elementos externos que no podemos controlar pero en
general nosotros decidimos como padres qué es lo que queremos inculcar en
nuestros hijos.
Hasta hace poco en las sociedades
que he conocido había dos paradigmas básicos en cuanto a la educación o más
bien dos divisiones claras, una la de “estudia y trabaja fuerte y el día de
mañana vivirás bien” y la otra lo de “aprende un oficio que al final un albañil
gana más que un ejecutivo”. La situación
actual nos ha demostrado que las cosas no son tan sencillas y que no se reduce todo a eso. Ahora los
trabajos no son para siempre y la gente no permanece en el mismo trabajo toda
la vida. Se hace necesario aprender
idiomas y se fomentan las estancias en el extranjero tanto por estudio como por
trabajo. De hecho con la caída de estos antiguos paradigmas muchos padres no
saben exactamente cómo actuar porque ellos mismos se encuentran perdidos.
A pesar de que la gente no lo
tenga muy claro, la sociedad actual busca gente competente y flexible, con
perfiles que se puedan adaptar a diferentes situaciones y momentos. Pero cada sociedad tiene sus
particularidades. Desde que estoy en EEUU, a pesar de que me sonaba antes a
súper tópico no dejo de sorprenderme cómo se fomenta la competitividad en los
niños. Aquí se premia al mejor en cada mínimo aspecto pero al mismo tiempo se
deja que cada niño experimente y descubra su máximo grado de competencia en
cualquier arte o disciplina y esta parte sí que me resulta sorprendente. Por
ejemplo mi hija nunca ha sido buena en deportes y correr pues no es algo que se
le diera bien. Pero en su colegio hicieron un mini maratón donde se estimuló a
los niños a correr hasta un poco más de los límites que cada uno tenía
establecido para sí mismo. Me sorprendió verla correr con muchísimo esfuerzo y
llegar mucho más lejos de lo que habría imaginado. Lo mismo me ha pasado al ver
sus recitales del coro y de violín, cosas en las que realmente no esperaba
verla destacar.
En enero a mi hija le dieron un
papel en el colegio para un casting de un grupo teatral para hacer una audición
para un musical. Insistió mucho en ir y al final la llevé de forma totalmente
inocente. Llegamos tarde, recuerdo. Ya el primer día me dio un poco sensación
de demasiado bien organizado para ser algo infantil y la verdad es que en ese
momento creo que ninguna de las dos eramos conscientes del “embolao” en el que
nos estábamos metiendo. Me fui dando cuenta en la primera reunión de padres.
Cuando empezaron a preguntar por el criterio de las audiciones, cuando madres
con niñas de la edad de mi hija hablaban de “sus futuras carreras” o contaban
con toda naturalidad que pagaban carísimas clases particulares de
interpretación o baile para que simplemente se convirtieran en las mejores. Ha
habido momentos que me han parecido realmente surrealistas, algunos divertidos
y otros un poco increíbles. Pero para
muchas de estas familias es simplemente una forma de vida. Invierten muchísimas
horas en esto porque la verdad es que es un montaje que lleva una parafernalia
absolutamente impresionante. Entre ensayos interminables, sobre todo ahora que
estamos en la recta final, reuniones de padres, voluntariados de todo tipo,
fiestecillas extras, vestuario y un largo etcétera. Estamos a 8 días de la primera de las 10
funciones que realizarán, a 25 dólares por persona la entrada por cierto, osea
que entramos en “production week” y recibo una media de 5 E-mails diarios. Tengo que comprar ropa interior de teatro que
no sé lo que es, pero en la reunión del domingo a las 12 me lo explicarán,
tengo que comprar maquillaje específico de teatro y llevarla con el maquillaje
base siguiendo unas instrucciones concretas, un trolley “de teatro”para llevar
su vestuario, tengo un listado detallado de los ensayos de la semana que se
pueden modificar con 12 horas de antelación con lo cual tenemos que estar “on
call” para cualquier cambio. Y esto es solo una parte de todo lo que tenemos
entre manos con el musical.
Justamente hoy mientras
esperábamos en el ensayo de hoy que los niños finalistas para “volar” hacían la
prueba física con los arneses estuve hablando un rato con dos madres, ya que cuatro horas de ensayo dan para mucho.
Una de ellas nos estuvo contando que la niña mayor va a un colegio privado y
que al pequeño lo educa en casa porque después de un año en el colegio el niño
no era capaz de ser competente en todas las áreas exigidas por el curriculum de
su nivel y que aunque era sacrificado, creía que estaba haciendo lo
correcto. La otra madre y yo nos
quedamos alucinadas. Yo sería incapaz de ser la maestra de mi hija en casa, me
vería incapaz y creo que al revés, no le enseñaría nada. Aun así y a pesar de
que me considero una madre involucrada, nunca me he puesto a revisar punto a
punto los objetivos del curso ni a pensar que como en el caso de este niño no
llegar a todo lo que se pide a los 5 años puede marcar su futuro de manera
negativa. En el caso de esta mamá su mayor preocupación era la falta de
competencia del niño, que a la larga podría acarrearle falta de competitividad.
Suena súper raro pero este es el
país donde se pasan todo el tiempo señalando quién es mejor en todo, cada
trimestre ceremonia incluída, premios de matemáticas y de inglés a los mejores,
premio a la mejor profesora, al mejor colegio, al mejor districto escolar.
Exámenes para medir cuál es el mejor colegio, en un país donde nadie quiere
quedarse atrás. Los niños crecen viendo con naturalidad que ser el mejor es lo
habitual, no hay espacio para llegar raspado a ningún lado. Los padres viven a
través de sus hijos su propia competencia. No hace falta que lo digan se
percibe en el aire. Las madres especialmente observan con recelo a las niñas en
el mismo rango de edad que las suyas. Oyes comentarios sorprendentes: “Fulanita
baila fenomenal pero mi hija es más delgada”.
Hoy me quedé helada en la prueba.
Una niña monísima antes de que le tocara subir al escenario empezó a llorar y a
ponerse súper nerviosa, le dijo a su padre que no lo quería hacer, que le daba
mucho miedo subirse a los arneses y volar. Su padre se enfadó y le dijo cosas
del estilo: “Me estás avergonzando, me haces quedar en ridículo, no he dejado
la oficina para venir a verte llorar, claro que vas a subir”. Las madres que
estaban cerca parecían empatizar y comentarios como “Pobrecita, si le da miedo,
mejor que no suba”pero a mi me sonaba más a “Una menos para competir,
genial”.
Hace un par de días que empecé
esta entrada y no la había publicado. Hoy ha vuelto a haber ensayo como no. Antes del
ensayo revisión de los nombres para ep programa y sesión de fotos. Hoy he visto
a mi pequeña Yoanellita, en medio de toda esta vorágine, un poco menos pequeña,
escalando peldaños de manera imparable, disfrutando su sueño y coleccionando
triunfos. Como eran cuatro horas y media al final me he vuelto a casa con
Dorian. Se ha despedido con normalidad, la he visto alejarse vestida de
Munchkin arrastrando su carrito con seguridad, sin darse la vuelta para
mirarme.