viernes, 29 de julio de 2011

11-¡De Shopping!


En este país hay una gran afición por ir de compras que es bastante conocida. Yo diría que el equivalente en España a este gusto por las compras sería ir de tapas o de cañas.

En la zona donde estamos cada manzana o dos tienen su pequeño centro comercial en el que se van repitiendo las mismas tiendas así como las cadenas de comida rápida. Lo curioso es que todos tienen público. Luego están los grandes “malls” donde están las grandes cadenas o grandes almacenes y dentro de ellos podemos encontrar algunos más sencillos y otros más sofisticados pero la tendencia de afluencia de público no deja de repetirse.

Me gusta mucha observar a la gente y me doy cuenta que así como en España relacionamos ese acto de ir de compras como algo mayoritariamente femenino, aquí es una actividad que se desarrolla mucho en familia. Así, no es extraño ver a parejas con sus retoños que van juntos de compras. Y no necesariamente o en exclusiva con niños pequeños, sino familias con hijos adolescentes también.

Pues bien de todos los sitios a los que hemos ido, hay dos que me gustaría mencionar de manera especial por su peculiaridad con respecto a lo que estaba acostumbrada de manera habitual. Uno de ellos es “Costco”. Sería el equivalente al “Makro” de España, aunque con mucha más variedad de productos, sin ser en exclusiva de alimentación. Pues bien, en Costco todo es gigante o viene en cantidades muy grandes, cosa que por otro lado tiene lógica al ser una tienda en principio pensada para el por mayor. Pero lo que llama la atención es la distribución de los productos. Al lado del Ketchup y la mayonesa, justo al lado, encontramos cremas de mujer de marcas de primera; al lado de la cerveza están los pasteles. Junto a los productos de limpieza encontramos bonos para Disney y Sea World y más adelante las vitaminas. ¿Será alguna estrategia de marketing eso de mezclar productos que no tengan nada que ver? ¿Hará que la gente compre más?

El diseño de toda la tienda es como de almacén, la decoración es casi nula pero allí podemos encontrar marcas muy prestigiosas y a precios increíbles.

Y lo otro súper divertido es que tienen muchísimos empleados para dar a probar diferentes productos comestibles: desde diferentes variedades de pan, salsas, yogures, batidos, postres, arroz, focaccia…un poco de todo.

El otro sitio que me gustaría mencionar y que me dejó bastante impactada fue el “Anaheim Marketplace”, sería algo así como el mercado de Anaheim, pero aquí se conoce como el mercado de los mexicanos. Por fuera parece un sitio normal, un parking gigante llenísimo de coches y un poco más difícil de aparcar de lo habitual. Cuando entras parece que cambiaras de país. Nunca he estado en México, pero este lugar es como si estuvieras allí. Entras en otro mundo. Solo se oye hablar en español y todo lo que allí se vende va acorde con la cultura de este país. Hay diversos puestos de bebidas donde se pueden comprar “raspados” o “aguas” de muchos sabores de frutas. También se puede comprar fruta fresca con yogur y si quieres picante por encima. Hay muchos puestos de comestibles, de ropa, de zapatos, de vestidos de comunión, de ropa de fiesta, de maletas.

El bullicio y la multitud es increíble, todos los sentidos se ven invadidos y no te da mucho tiempo asimilar lo que está sucediendo. El olor dulzón de los raspados se mezcla con el de picante. Es un ambiente embriagador, a mi me resultó agobiante y atractivo al mismo tiempo. Como si me cansara estar allí pero al mismo tiempo me resultó tremendamente familiar.

El mercado está muy, muy cerca de Disney pero por allí no se ve un solo turista. De cada diez personas en el mercado, nueve son mexicanas (o de origen mexicano) y una oriental (asumimos que son coreanos o vietnamitas).

Como dato curioso, mi marido, que mide 1,80m, era la persona más alta de todo el recinto y el único blanco, y el único que iba de traje, al menos durante las dos horas que estuvimos. Fuimos a comer a un sitio muy mexicano, con comida que resulta extraña y nos dejaron pasar a mi hija y a mi llevando bebidas de otro local (yo iba con un raspado de tamarindo) y allí que se puso Toni a comer una comida muy extraña y picante con su cervecita mexicana y sus nachos al lado; como si estuviera acostumbrado a hacerlo todos los días. Y la gente nos miraba medio sorprendidos.

miércoles, 27 de julio de 2011

10-Las autopistas de California


Me permito dedicarle una entrada a las autopistas de este estado, ya que viniendo de Palma de Mallorca, donde no tenemos ningún tramo de más de tres carriles en las pocas autopistas de la isla, y el tráfico es muy distinto; el contraste resulta bastante chocante inicialmente.

California es un estado muy grande y muy poblado y con muchos coches. Para los americanos en general moverse en coche es parte de su estilo de vida, pero en esta zona en la que vivo en concreto se acentúa más ya que no dispone de red de metro, los taxis escasean y tampoco parece que las líneas de autobuses sean de lo más activas, como pueden disfrutar otras ciudades americanas y hablo de NY que es de lo que más conozco.

El caso es que viniendo de un sitio más bien pequeño en el que habitualmente siempre me movía en coche, ha sido fácil adaptarme a la conducción aquí. Los coches son automáticos, tenemos parking muy amplio donde vivimos y en todos los sitios se aparca sin problemas. Con gran acierto decidimos comprar un GPS que nos indica las rutas y formas más sencillas de llegar a los sitios. A veces resulta divertido ver cómo la voz femenina del GPS te hace meterte por la autopista para recorridos muy cortos. Curiosamente la zona donde vivimos, el condado de Orange, tiene las mejores autopistas del estado. Así que a veces para ir al supermercado te ves durante unos minutos en una autopista de nada menos que siete carriles. Lo mejor es que cuando sales de la autopista sueles estar casi al lado del destino solicitado. Y hay muchísimas salidas por todo “el pueblo”. Pongo lo de pueblo entre comillas porque supongo que aquí se consideraría como tal pero la verdad es que son pueblos bastante grandes y densos en población. Una de las autopistas principales que nos pilla cerca y la segunda más grande de California es la I-5 que suponen 796 kms de autopista, desde la frontera con México hasta llegar a Oregón.

Pues bien hasta aquí las grandes ventajas del gran conglomerado de autopistas que te llevan con facilidad de un destino a otro. Pero luego está la parte mala, la que me es difícil de asimilar, a ver si lo adivináis: LOS ATASCOS. Son tremendos y lo peor de todo es que en muchos casos son inevitables. No los tenemos en el día a día donde vivimos pero cuando vamos de paseo en el día libre de Toni, a la vuelta, no importa de dónde sea, ¡no hay manera de evitarlos! Me resulta realmente frustrante, no sé si será por la falta de costumbre o porque no hay manera de poder controlar que no vuelva a suceder. Y la idea de salir a conocer sitios nuevos y diferentes es tentadora pero saber que para volver vas a tardar como mínimo el doble o el triple del tiempo que invertiste en llegar es tremendo.

Luego llama la atención el gran número de diferentes autopistas que se van entrelazando las unas con las otras. Las salidas a otra autopista no siempre son en el lado derecho, pueden ser a la izquierda o por el centro. Así que tienes que estar atento para continuar con la que necesitas para llegar a tu destino. Creo que si estuviera sola conduciendo y se me rompiera el GPS, moriría allí dando vueltas y vueltas sin saber salir a mi destino. Puede parecer exagerado pero la verdad es que cuesta creer cómo la gente se adapta a vivir con esta realidad a diario.

Hay tramos de autopista que disponen de un carril especial llamado “carpool” que va más rápido porque solo se puede circular si en el coche viajan mínimo dos personas. Y aunque parezca extraño este carril avanza bastante rápido porque la mayoría de coches y coches solo viajan con una persona.

En fin, os dejo una foto que saqué de Internet, de una vista aérea de algunas autopistas de California.

sábado, 23 de julio de 2011

9-Una barbacoa americana


Las barbacoas, ¡gran tópico americano! Salen en casi todas las películas y hoy desde que llegamos, por primera vez, hemos asistido a una. La organizaba la comunidad de vecinos, llevaban unas tres semanas anunciándola en el portal, la hacen cada año para celebrar el verano, había que apuntarse con antelación indicando el número de personas para calcular la comida y bebidas, que por cierto eran gratuitas.

La verdad es que no teníamos grandes expectativas pero tampoco teníamos mucho más que hacer, así es que la peque y yo nos apuntamos pues Toni trabajaba como cada tarde.

Nos llevamos una grata sorpresa, pues el recibimiento por parte de los que estaban allí organizando fue muy cordial e informal, lo que por otra parte es habitual en los americanos. Como llegamos pronto y había poca gente, me ofrecí a ayudar y en un momento estaba en “la casa Club” cortando enormes tomates para las hamburguesas.

Había un gran despliegue de comida, hamburguesas, perritos, snacks de todo tipo, galletas enormes, fruta fresca cortada (buenísima y fue lo que menos éxito tuvo) y por supuesto muchísima bebida aunque eso sí nada de alcohol.

Lo que más me llamó la atención fue que en la mesa habían dispuesto unas pegatinas y rotuladores, las pegatinas decían “Hello, I am…” y debajo cada uno escribía su nombre. Creo que fui la única en no ponerme la pegatina pero absolutamente todo el mundo la llevaba, incluida Yoanellita, que le hizo mucha ilusión. Está claro que son cosas que van en la cultura de cada uno, en España en general somos reacios a este tipo de cosas pero aquí es de lo más normal. Había una niña pequeña, de unos tres años que entraba y salía de la piscina y cada vez que salía se secaba la barriga y se pegaba la etiqueta con su nombre, me hacía muchísima gracia verla.

La gente iniciaba conversaciones con otras personas sin ningún reparo y muchos se dirigieron a mi y fueron simpáticos. Me preguntaron una y otra vez para cuándo mi fecha de parto, el sexo del bebé que esperaba, si estaba bien, si quería comer algo más. Una señora me pidió educadamente si podía tocarme la barriga y accedí.

Algo que es habitual aquí y a lo que me voy acostumbrando es a ver la capacidad que tienen para comer, tenía una chica sentada cerca que se comió uno detrás de otro 6 perritos calientes completitos, una hamburguesa y patatas fritas.

Otra cosa muy corriente es ver familias numerosas, de tres y cuatro niños, pero lo que sorprende de estas familias no es el número de hijos, sino lo bien que se defienden los padres cuidando de su prole. Los niños son distintos a como son en España, me recuerda en cierta a manera a cuando nosotros eramos pequeños (somos cinco). No es que sean niños más espabilados, es que tienen menos “tonterías”. Que nadie me malinterprete, que yo hasta hora he sido madre de hija única y para moverte con una sola parece que necesitas un campamento detrás y sin embargo ves a estas familias con tantos niños y tanta soltura que da gusto verles, desde fuera parece muy fácil.

En fin, que mañana tenemos otra barbacoa en un pueblo de aquí al lado, nos ha invitado una familia española, ¡ya os contaré!

miércoles, 20 de julio de 2011

8-Pequeños contrastes


Estuvimos en la playa de Santa Mónica y para mi el agua estaba algo fría a pesar de que el día estaba calentito así que mientras mi marido y mi hija se bañaban y disfrutaban de las olas, me quedé tumbada en la toalla.

La playa estaba llenísima de gente y me llamó la atención la variedad de personas allí reunidas y los contrastes que se daban. Justo a mi lado derecho tenía una madre sola, negra, muy joven, con tres niños muy pequeños de entre uno y tres años, que se desenvolvía de manera ejemplar entre los tres, donde cualquier otra se habría puesto histérica. Los niños se llenaban de arena, la mayor se medio escapaba, el pequeño tomaba un potito mientras los dos mayores comían nachos mezclados con la arena de sus manitas y ella con santa paciencia les daba sorbos de refresco y les lavaba las manos con agua de una garrafa inútilmente una y otra vez mientras ellos se volvían a llenar de arena, ¡admirable desde luego! Es lo que pensé, pero no me habría gustado estar en sus chanclas. Justo delante tenía una pareja con rasgos latinoamericanos, los dos entraditos en carnes, vestidos con “shorts” y camisetas, sentados en la arena, mientras ella sostenía un enorme paraguas para protegerles del sol, él la rodeaba por la cintura. Podría ser una bonita estampa pero me pareció más bien rara…

Un poco más abajo un grupito de amigas quinceañeras, Yankees, muy delgaditas, con bikinis muy fashion y con el pelo como si hubieran ido a la peluquería. Se untaban crema unas a las otras y hablaban y envíaban mensajes por sus i-phones.

En la zona que estaba prohibido poner toallas como no, un grupito de españoles, “niños bien” de esos que vienen a estudiar inglés en verano, lo sé por las mochilas de una conocida academia española. El vigilante de la playa les dice por megafonía que ahí no se pueden poner y luego lo repite en español un poco raro. Al rato veo que terminan haciéndose fotos con el vigilante.

A la izquierda tenía una familia, claramente mexicanos, padres y dos niños, dos sombrillas de playa enormes, sabanas en lugar de toallas (aquí es algo habitual aunque suene extraño), una nevera de playa tamaño maxi y muchísima comida. En un momento sacaban muchísimas cosas de comer. La niña que era la más pequeña comía compulsivamente, nachos con carne, helado, luego fruta y de repente vuelta a empezar con los nachos…¡no paraba de comer! Varias imágenes similares se sucedían, muchas familias, todas con muchos “chismes” y mucha comida, cosas para jugar los niños, la verdad es que era muy entretenido ver el ambiente.

De repente a mi lado se sitúa una parejita que parecía salida de la revista Vogue. Los dos iban impecables, cuerpos casi perfectos. Ella parecía que acababa de salir de la peluquería, melena castaña con mechas perfectas y unos bucles que nadie tiene por naturaleza. Talvez demasiado maquillaje para estar en la playa. Un top precioso y shorts de marca. Uñas de las manos y de los pies pintados de rosa chicle. Sandalias monísimas que parecían recién salidas de la zapatería. Bolso de Luis Vuitton (sí de los grandes y original y no se cortó en dejarlo en la arena). El llevaba una camisa de lino blanco arremangada, shorts caquis y chanclas de piel. Afeitado y con un corte de pelo perfecto.

Lo mejor es que dejan las cosas en la arena y él se arrodilla para quitarle a ella las sandalias, pero solo con una rodilla en la arena y el pie de ella encima de él, de verdad que parecía como una peli, ¡eran tan artificiales y divertidos! Ella parecía que estaba grabando un anuncio con esa pose y sus uñas rosa chicle. Una vez sin las sandalias se quita la ropa y se queda en bikini, con la misma ceremonia y luego se va corriendo a la playa dando saltitos y él la sigue de forma artificiosa. Miro hacia atrás por ver si hay una cámara o algo grabándoles, ¡qué raro y divertido!!...se van caminando por la arena, se besan como en cámara lenta, como si estuviera ensayado, las poses y las caricias son súper artificiales. No dejan de sorprenderme.

Me imagino representando la misma escena, pero no funciona. Me es difícil imaginarme con cintura ahora mismo. Mi pelo no aguantaría del parking a la playa con esos bucles, si tuviera un Vuitton no sería capaz de dejarlo en la arena y nunca me he pintado las uñas de rosa chicle. Si Toni me quitara las sandalias de esa manera, seguro que le pegaba el lumbago ¡Lo de ir corriendo dando saltitos sí que podría hacerlo! Y lo de besar en cámara lenta tampoco es lo mío, soy mucho más apasionada.

martes, 19 de julio de 2011

7-Talla XXL…¡porque aquí el tamaño sí importa!


Parece un gran tópico eso de que en este país todo es más grande, pero día a día compruebo que el tópico se cumple una y otra vez de manera sorprendente.

La gente conduce coches enormes, incluyéndome a mi, pero no hay problemas de plazas de aparcamiento. En la finca donde vivimos tenemos asignadas nada menos que 3 plazas por lo que se da por hecho que en una unidad familiar pueda haber 3 coches. Además esas plazas son enormes. En España tendría problemas para abrir la puerta del coche teniendo dos coches al lado en cualquier parking normal pero aquí son bastante amplias. Además vas a cualquier parte y los aparcamientos son tan amplios que no tienes que maniobrar en absoluto. Ni qué decir que la gasolina se compra por galones y no por litros.

En lo que se refiere a la comida, las raciones son realmente grandes. Si pides un refresco grande puedes encontrarte fácilmente con un vaso de 2 litros. Cualquier plato de comida estándar serviría para que comieran dos personas. Como consecuencia del tema de la comida, imagino, también se ve muchísima gente de gran tamaño, vamos que la obesidad está a la orden del día. Se ve gente realmente gorda de manera habitual, incluyendo niños muy pequeños y por consiguiente también en las tiendas hay tallas de ropa muy grandes.

Pasando a un plano más doméstico, la lavadora y la secadora que tenemos son enormes. Metes tu colada dentro y se queda media lavadora vacía, idem con la secadora. El microondas parece industrial, le das a cualquier cosa más de un minuto y se cocina aunque solo quieras calentarlo. La nevera por supuesto tamaño maxi para que puedan caber dentro todos los envases que vienen por tamaño grande como la leche que viene por galones en vez de litros o los zumos frescos o los helados que son unos botes enormes (en el caso de los helados es una gran idea). Y el cubo de la basura tiene capacidad para 20 kgs.

Se llevan las camas grandes y altas, nosotros tenemos una muy cómoda pero cada vez que me bajo de ahí con mi tripa XXL me acuerdo de eso de “me casé con un enano para poderme reir, le compré una cama alta y no se pudo subir”. Pues bien, yo subir , subo sin problemas, pero bajar me cuesta lo mío.

Los ascensores de la casa donde vivimos tienen capacidad para 18 personas, pelín exagerado para viviendas particulares me parece a mi.

Y por no mencionar las autopistas que son enormes, con múltiples carriles y salidas y con muchos, muchos coches todo el tiempo. Y las calles también son grandes, como las superficies son grandes (malls, supermercados, restaurantes, hoteles); si te da por ir a caminar a cualquier sitio que ves al lado, siempre hay un poco más de distancia que la que aprecias a nivel visual.

Lo curioso es que como están acostumbrados, aquí es normal que todo sea grande.

¿De dónde vendrá este gusto porque todo sea talla XXL o más? ¿Habrá alguna relación entre eso de ser la primera potencia y el tamaño de las cosas que consumen? Algo de eso habrá, digo yo. La verdad es que no dispongo de datos en este sentido pero me gustaría. Imagino que pueden permitirse cierto consumo de artículos “más grandes” porque aquí no será el mismo coste que en Europa o en Japón (donde tengo entendido que pasa lo contrario que aquí).

sábado, 16 de julio de 2011

6-¡Hemos ido a Hollywood!


Hay muchos lugares que no conocemos y que nos crean una gran expectativa. Hollywood es uno de esos sitios de los que no estaba segura si algún día iba a llegar a conocer pero sobre los que la mayoría hemos sentido una gran curiosidad. Pero talvez el haber oído hablar tantas veces y haberlo visto en infinidad de ocasiones por la tele nos haga forjarnos una idea diferente de lo que realmente es. Así que tengo que admitir que la primera impresión me decepcionó un poco. Y no es que lo encontrara feo, es la sensación de esperar otra cosa, como la primera vez que vas a París y estás debajo de la torre Eiffel y piensas ¿realmente es para tanto todos estos hierros que tengo encima? Y en ese momento te decepciona un poco, pero luego cuando paseas por París de noche y la vez iluminada es realmente algo muy especial.

¡Pero centremos en Hollywood! Sunset Boulevard es una calle larguísima, así que después de un buen rato recorriéndola a Toni se le ocurrió la idea brillante de poner “Kodak Theatre” en el GPS y el aparatito nos sacó por la autopista y nos llevó allí mismo. Y tuvimos la suerte de encontrar un parking al ladito en el que había plazas. Nada más salir del parking recibimos muchísimos estímulos de golpe. La calle estaba llena de gente y ciertamente no esperábamos encontrar a nuestros pies las baldosas con las famosas estrellas. El entusiasmo de Yoanellita y de Javi (nos acompañaban los amigos y compañeros de trabajo de Toni Javi y Paloma) eran contagiosos. La calle parecía un circo lleno de gente disfrazada de los más diversos personajes. Había varias “Marylins”, un Mickey Mouse y otros personajes Disney, un zorro un poco entradito en carnes, una mujer maravilla que me recordó a mi infancia, algunos “Piratas del Caribe”, un transformer muy bien logrado…en fin Yoanellita se encargaba de informarnos cuáles eran disfrazados y cuáles eran “los de verdad”.

Comimos en Hard Rock Café y mientras esperábamos nuestra mesa, Yoanellita estuvo tocando una guitarra virtual en una pantalla digital.

La comida, típica américana no nos decepcionó. Improvisamos el cumpleaños de Javi con eso de esperar una felicitación de todos los camareros, cosa que no sucedió, pero a cambio le trajeron un postre gratuito, así que fenomenal.

Después de la comida seguimos paseando, Yoanellita estaba empeñada en encontrar la estrella de su artista favorita “Selena Gómez”, cosa que no sucedió, pero sí encontramos las de los españoles Antonio Banderas y Penélope Cruz y de muchísimos de los actores de más renombre. Yo no pude resistirme a fotografiar la de Colin Firth y Yoanellita hizo lo propio con las de algunas de los personajes Disney así como con las huellas de Harry Potter.

A medida que nos alejábamos del Kodad Theatre, las tiendas eran más baratas así como la oferta de ocio disponible, que era de lo más variopinta, como estar en un Disneyland para adultos. Sobre las 6 de las tardes decidimos regresar, más que nada porque yo ya empezaba a estar cansadita. La vuelta a casa fue un poquito dura porque las autopistas estaban llenísimas y tardamos un buen rato en regresar, sin embargo la experiencia mereció la pena.

Yoanellita ha prometido seguir buscando esa estrella en la próxima visita.

jueves, 14 de julio de 2011

5-¡Papeles!!!


Con esta palabra un poco genérica definimos muchísimos trámites que hay que realizar a la hora de mudarse a un nuevo país, más teniendo en cuenta que no se trata de un país por ejemplo de la comunidad europea donde muchos de esos trámites habrían sido más sencillos. Así que durante estas últimas dos semanas hemos hecho mucho papeleo. Muchos formularios con casillas que se repiten, demostrando una y otra vez tu condición legal en el país, para obtener un “papel” que diga que puedo trabajar aquí, los papeles para que la niña pueda ir al colegio, en el que nos recuerdan que presentemos los “papeles” de que está vacunada de todo, que es lo más importante para ellos aparte de la partida de nacimiento. Papeles para demostrar una y otra vez tu identidad, papeles para demostrar tu solvencia a la hora de comprar un coche, papeles en la ginecóloga, que me recuerda que le lleve los papeles de los análisis con mis pruebas del SIDA porque sino por ley tiene que repetírmelos.

Rellenar miles de papeles, al final parece que estás rellenando siempre lo mismo, da igual que sea para la tarjeta de crédito, para el pre-registro del hospital, para inscribirnos en el consulado o para el seguro del coche. Escribes una y otra vez tu nombre, tu dirección, tu teléfono, tu estado civil, duda en las casillas de origen étnico, no sé muy bien si marcar solo una o dos. Y sí estoy casada pero no llevo el apellido de mi marido, en España conservamos el nuestro. Curioso además el dato de demostrar una y otra vez que estás casada. En España creo que solo hemos usado el libro de familia para inscribir a la niña en el colegio.

El caso es que con esto de los papeles no dejo de pensar en “los sin papeles”, precisamente en este país que vive tantísima gente indocumentada durante tanto tiempo. Pienso en muchos de mis compatriotas que han abandonado su tierra en busca de un futuro mejor para los suyos y se ven atrapados viviendo en la ilegalidad. Personas a las que por ejemplo se les muere su madre y no pueden ni siquiera ir al entierro a compartir ese momento con la familia porque entonces no podrían volver a entrar. Gente que ha dejado a sus niños muy pequeños y tardan hasta diez años sin verlos perdiéndose su infancia y su día a día.

Muchísimos africanos que arriesgan su vida para cruzar el estrecho y llegar a España. Me sobrecoge muchísimo ver en las noticias a mujeres embarazadísimas como yo que se la juegan de esa manera o viajan con bebés muy pequeños ¡Cuánta desesperación tiene que haber en sus vidas para realizar tales hazañas!

Y lo peor es que la mayor parte del tiempo nos creemos con derecho a juzgarles, a creernos superiores a ellos y a sentirnos por encima; cuando nuestro único mérito por encima de ellos en la mayoría de los casos es no haber nacido en las mismas circunstancias.

Yo soy la primera me quejo una y otra vez de que la gente como nosotros siempre está pagando muchísimos impuestos para no beneficiarnos nunca de nada mientras otros “están chupando del bote” . También me sientan fatal las plazas de los colegios concertados de España para inmigrantes y las ayudas a las que tienen acceso “a costa del gobierno”.

Pero en realidad no lo tienen nada fácil. Pensemos por un instante lo que tiene que ser vivir de esa manera. Trabajar “sin papeles” con el miedo en el cuerpo, pensando que en cualquier momento te pueden pillar y se acabó todo, con peores condiciones que el resto porque no tienes derecho a reclamar nada, aceptando los trabajos que otros rechazan, malviviendo día a día, ahorrando hasta el último centavo para poder enviar dinero a la familia.

lunes, 11 de julio de 2011

4-Mujeres independientes


Si buscamos sinónimos para mujeres independientes en “Don Google” nos devuelve calificativos como: seguras, exitosas e inteligentes. Seguidamente encuentro una publicación en la que define mujer independiente como aquella a la que le gusta hacer las cosas por sí misma, asciende en el trabajo, tiene independencia económica y vive sola. Sin embargo la tónica que encuentro son muchísimas entradas en las que compara como polos opuestos a “mujeres independientes” contra “amas de casa”, refiriéndose a las independientes como mujeres que viven en pareja, trabajan fuera de casa en puestos de ejecutivas o profesionales liberales con sueldos altos. Incluso he encontrado una encuesta en la que se propone a los hombres elegir entre “mujeres independientes y guapas” o “amas de casa y tiernas”.

Os preguntaréis a qué viene este discurso. El caso es que en América existe legalmente para el gobierno el concepto de “dependants”, que son las personas legalmente a cargo que se pueda tener.

Para emigrar a los EEUU, como sabréis, hay un sistema bastante complejo de diversos tipos de visados y permisos. Los nuestros fueron gestionados a través de la empresa en la que trabaja mi marido como es lógico. En su visado en el pasaporte aparece el nombre de la empresa para la que trabaja aquí en América; y en los pasaportes mío y de la niña en esa casilla aparece el nombre de mi marido. El motivo es que a efectos legales las dos somos “dependants” de él. Osea nuestro estatus legal en este país depende al 100% de mi marido. Para poner un ejemplo práctico de esta situación, esto quiere decir que si mañana decidiera divorciarme, ya no podría seguir residiendo en este país de forma legal, ya que mi permiso de residencia y de trabajo actual están condicionados a la suya.

En la actualidad disfruto de una baja de maternidad adelantada pero a mediados de octubre empezaré a disfrutar de una excedencia de un año no remunerada, pasado ese tiempo, renunciaré definitivamente a mi puesto de trabajo. Así que según el gobierno americano soy una mujer dependiente y según Don Google ya no soy segura, ni inteligente ni exitosa, ni siquiera guapa. A lo más que puedo aspirar dada mi situación es a ser una tierna ama de casa. Según la RAE, es la mujer que se dedica a las tareas de su casa.

Lo curioso del caso es que después de más de trece años trabajando, viajando por París, Milán, Londrés, acumulando puntos de pasajera VIP, alojándome en hoteles de 5 estrellas, haciendo muchísimas presentaciones de trabajo…ahora que tengo este merecido respiro, viéndome por delante con unos cuantos meses largos sin trabajo, por primera vez en todos estos años sin ayuda externa para las labores domésticas, con mi impresionante barriga de ocho meses y muchos kilos demás, en este preciso momento de mi vida, en un país extraño, me siento más SEGURA, EXITOSA e INTELIGENTE que nunca. Podría ser una paradoja, pero creo que los estereotipos son taaaaan facilones y todos contribuimos a ellos de forma inconsciente o no. A lo largo de estos años he hecho muchas cosas a nivel laboral y personal de las que estar orgullosa pero nada de eso se compara con el orgullo y la felicidad que me aporta mi pequeña familia.

Todo hay que decirlo que he tenido la suerte o la posibilidad de elegir en cada momento de mi vida lo que quería hacer. Aquello ya lo he vivido y ya sé lo que es. El glamour es muy bonito desde fuera, pero dormir sola en un hotel de lujo no se compara con contarle un cuento o dar un beso de buenas noches a tu hija.

La felicidad de llevar esta nueva vida dentro de mi es superior a la fachada. Tener la suerte de compartir tu vida con un hombre que te quiere de verdad con quien compartirlo todo está por encima de cualquier carrera o vida independiente. Una vez y más veces le seguiría. Ver a tu hija crecer, sana, feliz, con tantas ganas de vivir me hace dar las gracias cada día por todas las bendiciones que tengo.

Y que no se confunda Don Google, me gusta hacer las cosas por mi misma y lo hago cada día, pero no me gusta vivir sola ni dormir sola; estos meses en España sin mi marido no los quiero repetir en absoluto.

Volveré a trabajar, está claro, pero solo para contribuir al nivel de vida de mi familia. He llegado a un momento de mi vida en que no necesito demostrar nada a a la sociedad. Si mi familia está bien, yo estoy bien.

Dedicado a Toni, Yoanellita y Dorian, os quiero…

jueves, 7 de julio de 2011

3-Una pregunta sencilla, ¿de dónde eres?


Cuando conoces gente nueva, sobre todo en un país extranjero es una de las primeras preguntas que suelen hacerte. Con esta información sencilla y concreta la persona se hace una idea de tu nacionalidad, origen y cultura. A mi es una pregunta que me han hecho infinidad de veces a lo largo de mi vida, talvez porque a la gente les ha resultado en ocasiones complicado pensar a simple vista en mi origen. Muchas veces es porque tenemos perfiles mentales sobre las personas y en mi familia tenemos cierta tendencia a salirnos de esos estereotipos que la gente espera.

A veces me resulta complicado responder a esa sencilla pregunta. Soy dominicana, eso es obvio. Mi pasaporte dice que soy española, otra obviedad. Así que soy dominicana por nacimiento y de sangre porque mi madre lo es, y es como me siento; y española de nacionalidad y de sangre también porque mi padre lo es. Pero claro no es la respuesta que la gente suele esperar. Muchas veces voy a lo sencillo y contesto escuetamente eso de “soy dominicana” pero la mayoría de veces no basta. Si me empiezan a dar detalles de sus vacaciones o a preguntarme detalles entonces tengo que aclarar que hace 20 años que no vivo en la isla o bien que en realidad llevo mucho tiempo viviendo en España porque mi padre es español.

A veces opto por trasladarle la pregunta al otro: ¿de dónde crees que soy? Y depende del lugar donde me encuentre las respuestas son muy originales. Recuerdo hace dos años en unas vacaciones en Dubai con mi marido donde pensaban que era africana, filipina o malasia. Y cuando les decía que era dominicana no sabían a qué país me refería. Anécdotas tengo muchas como en mi luna de miel en Kenia cuando me confundieron con la guía keniata del grupo (ibamos tres parejas de españoles) o en Túnez que en más de una ocasión se dirigían a mi en su idioma y pensaban que no quería contestar. Pero sin duda las vacaciones en las que me quedé más sorprendida con la preguntita fue en unas en Punta Cana ¿cómo podía ser que estando en la misma Rep. Dominicana me hicieran esta pregunta? A lo que yo contestaba ¿de dónde parezco que soy? Y la respuesta una y otra vez era la misma: ¡Pareces dominicana, pero dominicana no eres! Y yo contestaba: ¿por qué no? Y la respuesta siempre era la misma: “Tienes algo que no tienen las dominicanas, que se nota que no eres de aquí”. Así que ni siquiera allí me libro de la preguntita.

Ahora llevo diez días en nuestra nueva vida en California y tengo una nueva preguntita para la lista o mejor dicho dos nuevas: ¿dónde aprendiste inglés? Y ¿cómo es que hablas mucho mejor el inglés que tu marido? Las respuestas son sencillas: estudié en Inglaterra y mi marido lleva muy poco tiempo aprendiendo inglés. Suena sencillo pero a la gente le parece sorprendente. Adivino por qué les sorprende. Cuando me ven con mis rasgos de morenaza (como dice mi sobrina), mi escaso 1,63m de estatura y ahora mismo con mi súper barrigón de casi ocho meses “no doy el perfil” de ser hija de español que ha estudiado en Inglaterra y tiene acento de Boston (según los americanos). Les parecería más lógico que mi estilizado marido con su 1,80m de estatura, su traje bien cortado, su pelo y piel claras y su cargo de directivo hablara un inglés mucho más decente. Y lo mismo cuando vamos a mirar coches para comprar, ahora en pleno proceso, se lo explican todo a él cuando la que lo va a conducir soy yo.

Y aquí seguimos rompiendo moldes, ahí les dejo esto. Besos

domingo, 3 de julio de 2011

2-Mi primera semana en California


Estos primeros días han sido muy intensos. Había visitado este país muchas veces, pero California no tiene nada que ver con NY que es lo más conozco, Boston o Miami. Aunque por supuesto el carácter de la gente y la forma en cómo funcionan las cosas son bastante parecidas.

Por momentos me sigue dando la sensación de que lo que pasa no me está pasando a mi, todo es nuevo y en general me está gustando mucho.

Estar todos juntos me hace sentir realmente feliz, mi marido está especialmente cariñoso y protector y la niña está especialmente encantadora después de los nervios que pasó las últimas semanas en España. No quiere separarse de su papi ni un momento.

Hacemos muchas cosas y aprovechamos los días aunque intento también descansar bastante, teniendo en cuenta mi embarazo y lo pesada que estoy, los primeros días me cuesta mucho dormir y coger el ritmo. Caminar también se está convirtiendo en una tarea compleja.

Vivimos en Garden Grove, pero al cruzar la calle es Anaheim. La zona es muy bonita, está llena de hoteles, restaurantes, supermercados, tiendas y con Disney muy cerca parece que todo lo recuerda. Del otro lado tenemos un parque muy grande y bonito. Vivimos en una finca muy bonita donde se ven muchos orientales aunque casi no te encuentras a gente por ningún lado. Incluso en la piscina casi nunca hay nadie.

Muy cerca de la casa también está el trabajo de Toni y a los dos días de llegar ya fuimos a ver el espectáculo. Me emocioné muchísimo con el ballet español, y me acordé de toda mi familia esparcida por el mundo. Ahora tengo 9 horas de diferencia con mi familia en España y 11 horas con mi hermano Jesusín en Dubai, osea que cuando yo me levanto para él empieza la noche, ¡qué cosas de la vida!

Me llaman la atención las enormes raciones de comida que ponen en todas partes y que la gente luego se lleve los “tuppers” con los restos de comida.

Al día siguiente de llegar alquilamos un coche que por supuesto es automático y me he adaptado enseguida a la conducción ¡y a encender el coche con el dedo en lugar de introducir una llave!

Empezamos a hacer gestiones y ya tenemos colegio para la niña. Aquí el colegio va estrictamente por el código postal de donde vives así que no nos asignan el que queríamos inicialmente, pero la verdad es que han sido muy amables y eficientes.

También le hemos mirado un campamento de verano que pinta bastante bien y estamos pendientes de que empiece al otro lunes.

Estamos mirando coche para comprar, queremos uno grande, al puro estilo americano.

Ya tengo tarjeta de crédito del “Bank of America” y ya la he estrenado. También he usado un par de cupones de regalo del supermercado target, así que estoy empezando a desarrollar mi vena Maruja ya que es raro para mi lo de estar en casa sin trabajar, pero creo que puedo acostumbrarme.

El miércoles tengo cita con mi nueva ginecóloga, como no conocemos a nadie la he elegido por cercanía de nuestra casa y opiniones a través de Internet.

Hemos empezado a mirar las cosas para el pequeño Dorian y ya le hemos comprado algo de ropa y básicos pero nos falta todo lo “gordo” como el cochecito, cambiador, cuna…etc.

Para cerrar la semana hoy hemos ido a la playa de Huntington Beach. Es un sitio bastante exclusivo y hoy estaba llenísimo de gente, ya que mañana se celebra el 4 de Julio y hay gente por todas partes. Tuvimos mucha suerte de aparcar en pleno centro gracias a que nuestro coche de alquiler es pequeñito.

Regresamos a primera hora de la tarde y después de una siesta me puse a montar el moisés de Dorian.

1-Billete de Ida


En Agosto del año pasado (2010) mi marido vino a casa un día y me dijo que tenía una propuesta en firme de su jefe para trabajar en California, Anaheim en un nuevo show que ya estaban construyendo y que si yo quería nos iríamos a vivir a América y empezar allí una nueva vida. Por supuesto todavía tenían que hablar de muchas cosas y negociar sus condiciones pero él parecía muy entusiasmado.

Yo me entusiasmé con él y le dije que me parecía bien esta idea, aunque realmente en ese momento no pensé que realmente llegaría a suceder. La idea parecía una fantasía muy lejana a nuestra vida en Palma de Mallorca.

Teníamos una casa, nuestros respectivos trabajos, habíamos conseguido el colegio que nos gustaba para nuestra hija y teníamos planes de ampliar la familia.

Los meses fueron pasando y yo seguía sin ser consciente del giro que iba a dar nuestra vida.

En enero mi marido, Toni, se fue a California. Al mismo tiempo otros acontecimientos iban sucediendo. Mi suegra falleció unos días antes de su partida y yo estaba embarazada de muy poco tiempo. Tomamos la decisión de que él se fuera antes para que nuestra hija, Yoanellita, terminara el curso escolar en España. Así que por delante me esperaba gran parte de mi embarazo en solitario, así como una enorme mudanza y una gran serie de preparativos, gestiones, como alquilar nuestra casa, vender mi coche…etc.

Menos mal que para facilitar las cosas en febrero me ofrecieron una reducción de jornada y a pesar de seguir viajando empecé a tener las tardes libres. Mis padres fueron yendo y viniendo a Palma y sobre todo en la recta final antes de irme me fueron de gran ayuda porque la casa estaba llenísima de cosas y teníamos que meter todas nuestras vidas en unas pocas maletas.

Y llegó el día, el 27 de junio, Yoanellita y yo partimos rumbo a Los Angeles con un billete solo de ida, las dos juntitas y mi tripita de 32 semanas.

Viajamos en Business, lo que hizo el trayecto en medio de lo que cabe menos pesado, escala en Dusseldorf y dura llegada a LA con una cola tremenda en el aeropuerto. A la salida nos esperaba Toni y el re-encuentro fue fantástico.

Hacía muchísimo calor, me daba la sensación de estar en Santo Domingo, contenta de que estuvieramos juntos y con la sensación de no estar realmente aquí, como si estuviera viendo desde fuera lo que pasaba y en cualquier momento me fuera a despertar en Palma. Pero el caso es que ya estábamos en California y se había iniciado mi nueva aventura americana. El cuarto país en el que vivo me daba la bienvenida.