jueves, 1 de septiembre de 2011

18-Family Blues


Hace un par de entradas os estuve hablando de las cosas que dejamos atrás y lo fácil que me resultó renunciar a esas cosas para emprender esta aventura. Hoy me toca hablar de las personas que dejamos atrás, en un momento bastante sensible para mi.

Cuando tienes un bebé, los primeros días se suele tener “la lágrima fácil”, reacción que se suele achacar a las hormonas. No sé qué habrá de cierto en eso, pero el caso es que debe de ser algo fisiológico y al menos en mi caso me ha pasado después de los dos nacimientos de mis hijos. En este último caso a la alegría del nacimiento de mi bebé, con todas las emociones que ello conlleva, se ha unido el hecho de haberlo tenido muy lejos de casa. Así que estos días no he parado de pensar en los míos.

Hemos tenido la suerte de tener a mi madre acompañándonos en este momento, pero no he dejado de pensar que los días pasan rápido y pronto no estará. También he pensado en mi padre, que en unos días lo tendremos por aquí. He pensado en la edad de ambos, en que un día no tendrás ganas ni fuerzas de hacer un viaje tan largo para encontrarse con nosotros.

He pensado en mis dos sobrinos, en todo lo que me perderé de verles crecer, especialmente en Eric, que es al que tenía en la misma ciudad. Echo de menos su inocencia, sus planteamientos de la vida, su emoción infinita al verme, sus invitaciones semanales. El otro día hablamos por teléfono y me invitó a ir al mcdonalds, a la bolera, al mini-golf, a la playa y varios sitios más. Le expliqué que no podía ir porque estaba muy lejos y parecía que lo había entendido pero al final me dijo: entonces si no puedes, ¿por qué no vienes a mi casa?

También he pensado en mis hijos. Espero y confío en que estar aquí sea bueno para ellos aunque hayamos sacado a nuestra hija de su ambiente y nuestro pequeño no haya nacido dentro de nuestras raíces. Ellos también se pierden el crecer al lado de la familia y compartir ese día a día con los nuestros.

Me acuerdo de las amigas, con las comidas o cenas de chicas en las que no paras de hablar. De las meriendas en el Chantilly o las quedadas en el Festival. Las salidas de domingo a Palmanova con mi hermana y las salidas casuales con mi hija a Capuccino.

A veces también me acuerdo de mi trabajo, aunque más que del trabajo de las personas, aunque curiosamente me da la sensación de que hayan pasado mucho más que dos meses desde que no trabajo. He sustituido mi mesa con mi te verde y los croissants que me traía Luis por una gran cocina americana y vasos de leche fría o zumo fresco.

A medida que han ido pasando los días, me he empezado a encontrar mejor y ese baby blues ha ido mejorando. Salir a la calle me ha sentado de maravilla y aunque no estoy al 100% se nota lo de caminar sin el peso de la tripa y reconozco que este es un lugar precioso para vivir. Me gusta el calor, el ambiente que se respira por la calle, los sitios nuevos que conocemos, creo que en realidad sí ha sido una buena apuesta. El tiempo nos lo dirá…

En la foto mi sobrino Eric, Yoanellita y mi madre

1 comentario:

  1. Ains amor, menos mal que con las nuevas tecnologías puedes estar un "poco" más cerca de los tuyos!

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