domingo, 14 de agosto de 2011

15-El valor de las cosas


Las cosas materiales son, al fin y al cabo, solo cosas, lo que pasa es que la mayor parte del tiempo las personalizamos y las convertimos en algo más.

La ropa que vestimos habla de nosotros, el coche que llevamos, los muebles y la decoración de nuestra casa, el maquillaje, el perfume, el bolso…todas nuestras cosas son un poco parte de nuestra personalidad.

Cuando sabes que vas a vivir en un sitio de forma temporal te encargas bien de no llenarte de cosas y de no comprar más de lo imprescindible para no tener un exceso de COSAS a la hora de la mudanza. Pero cuando piensas que estás viviendo en tu casa definitiva y no tienes pensado mudarte, llenas tu casa con todo lo que más te gusta y que está de acuerdo a tu estilo de vida. Este último era nuestro caso, vivíamos en nuestra casa de la que no pensábamos mudarnos, la habíamos comprado nueva y la habíamos decorado a nuestro gusto y además es una casa bastante grande, por lo que la cantidad de cosas que había dentro era bastante importante.

A mi siempre me ha gustado mucho comprar y tener cosas bonitas, pero al mismo tiempo tengo una gran facilidad para desprenderme de las cosas materiales. Siempre he pensado que todo lo material es sustituible y no demasiado importante, lo importante es que las personas estemos bien.

A mi madre, protagonista principal de mi mudanza (pobre, nunca le agradeceré suficiente), la notaba sufrir en ocasiones cuando me decía este tipo de frases “¿y esto tampoco te lo llevas? ¿vas a dejar esto otro también? ¿por qué habías comprado tantos trajes? Mira todos estos zapatos que vas a regalar, ¿cómo es que Toni compraba tantísimos libros? ¿se los ha leído todos?”. Pero la verdad es que a mi principalmente la ropa, zapatos y ese tipo de cosas, no me han dado ninguna pena. Pienso que la vida es una rueda y es bueno regalar cosas que otras personas puedan aprovechar. Las personas que pierden sus casas en incendios o catástrofes lo pierden todo y aun así son felices de estar vivos. Nosotros hemos tenido la suerte de dejar todas estas cosas atrás, aunque muchas fueran realmente hermosas, porque así lo hemos decidido.

Nunca necesitamos tanto, lo que pasa es que estamos acostumbrados a tener y tener cosas. Supongo que las cosas nos hacen sentirnos más seguros, nos dan una comodidad que a veces es ficticia: porque tengas 30 toallas no estás mejor, no las puedes utilizar todas a la vez.

Luego está el placer estético que nos producen las cosas. Cada uno tenemos nuestros gustos y el poder complacerlos nos hace sentir bien. A los hombres en general suelen gustarles las cosas tecnológicas. He visto a mi marido cambiar de ordenador cada año, según él porque “lo necesitaba”. También teníamos una tele de diseño porque fue lo único que eligió de toda la casa y le hacía mucha ilusión. Al contrario de mi, siempre compra los libros de tapa dura y para trabajar trajes de buen corte, zapatos italianos y camisas muy chics.

Yo por mi parte he tenido la percepción talvez algo snob, no lo niego, de no querer “cosas cutres” en mi casa. He preferido esperar a encontrar el aplique perfecto para cada espacio, elegí una cocina a mi gusto, muebles que se salían un poco de lo habitual, incluyendo un comedor excesivamente caro. Pero cada vez que lo veía me gustaba. Nuestro salón y nuestra casa en general me proporcionaban armonía y la serenidad de llegar a casa y encontrarte a gusto con todo lo que había.

Las cosas otras veces, aunque no sean especialmente bonitas, tienen un valor sentimental enorme del que nos cuesta mucho más desprendernos. Todos tenemos de esas cosas. Y esto sí es duro cuando vas a mudarte y tienes que meter tu vida en ocho maletas. Hay cosas que no son prácticas, que no vas a utilizar, que no puedes llevarte pero quieres conservar, como tu vestido de novia, la plata que te regalaron tus padres al casarte, los objetos que has ido comprando en diferentes vacaciones. Y ahí no te queda más que diseñar algún criterio y decidir lo que se queda, lo que se va, lo que te guardarán para el siguiente viaje. Y dejar esas cosas atrás es desprenderte un poco de ti misma, cerrar capítulos y estar abierta a abrir otros nuevos.

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo, aunque añadiría que todo tiene una lección, esta en nosotros aprenderla o no. Las cosas materiales nos dan placeres momentaneos, pero son las cosas que no tienen precio y sencillas que hacen que nuestra vida se llene de valor.
    Muy pronfundo. Me ha gustado mucho.
    Yo escribí algo parecido cuando te fuiste, el 3 de julio por si lo quieres leer. Un beso.

    ResponderEliminar