martes, 2 de agosto de 2011

12-La nueva vida cotidiana


Mi padre dice muchas veces esa frase de que “el hombre es un animal de costumbres”, pero resulta curioso la capacidad que tenemos de adaptarnos a nuevas costumbres sin apenas darnos cuenta, y no solo eso, sino de la rapidez con la que incorporamos a nuestra vida nuevos elementos que inicialmente nos resultan sorprendentes.

En nuestra primera noche en California fuimos a comer a un restaurante que está en la esquina al cruzar la calle. Fuimos prontito y al volver a casa mi hija y yo, a pesar del cansancio, no pudimos evitar pararnos a contemplar los fuegos artificiales de Disney que se ven muy bien y que empiezan puntualmente cada noche a las 21:30h. Pues bien, esta noche hemos parado en el supermercado de al lado de casa y hemos esperado dentro del coche Yoanellita y yo mientras Toni compraba algo que necesitaba. Empiezo a escuchar un ruido algo ensordecedor y veo que la gente que pasa por el parking no se inmuta y enseguida me doy cuenta de que son los fuegos artificiales de Disney. Me gustan, pero como estoy cansada y ya los he visto unas cuantas veces no les presto demasiada atención. Y la gente que acude de manera habitual a este supermercado está tan acostumbrada a escucharlos que ni siquiera les sorprende el estruendo inicial. Así que algo que se sale de lo normal al estar convertido en cotidiano pierde valor para nosotros. Lo mismo pasa con las palmeras decoradas de toda la avenida. De noche se ven realmente bonitas, pero estoy convencida de que la mayor parte de la gente que pasa ni siquiera repara en ellas porque las ven cada día.

Hay otras cosas a las que nos vamos acostumbrando sin apenas darnos cuenta. Con la comida está siendo un gran descubrimiento. El otro día me ofrecieron junto con el plato de comida para llevar, en un restaurante mexicano, una sopa de albondigas. El aspecto era muy raro pero la probamos y la verdad es que quedamos encantados con el sabor, tanto que desde entonces tengo ganas de tomar de esa sopa a todas horas. Hoy hemos ido a comer a un centro comercial y el último sitio que habría elegido para comer sería un japonés pero nos dieron a probar una carne realmente deliciosa y ahí que caímos con un menú japonés. Reconozco que hay otras comidas por las que aun siento un verdadero reparo en probar, por ejemplo vimos un restaurante de Mongolia en el mismo sitio, donde preparan toda la comida a la piedra pero la verdad es que el aspecto me resultó bastante extraño y todavía no me he aventurado con ello.

Con respecto a las bebidas, Yoanellita disfruta mucho en los restaurantes de tomar coca cola a la vainilla y yo en algunas ocasiones tomo Pepsi de sabor cerezas salvajes. En “El super” mexicano compro “jarritos” de tamarindo y zumos de guayaba y en alguna ocasión hasta me he aventurado a probar esos granizados de color azul, que mejor no saber ni lo que son.

1 comentario:

  1. Aquí te paso el comentario que he tratado de poner:


    jaja, creo que lo de "animal de costumbres" es la regla. Pero tu ya llevas un tiempo siendo una excepción. Por lo demás, es cierto que muchas veces no reparamos ni apreciamos lo que tenemos cerca o en nuestro entorno. Lamentablemente a veces necesitamos tomar distancia para realmente ser conscientes de ello.
    Me encanta que vayas actualizando el blog, estoy entrando cada dos por tres para seguir tus "aventuras".
    Un beso muy grande, Ana Delgado

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