viernes, 29 de julio de 2011

11-¡De Shopping!


En este país hay una gran afición por ir de compras que es bastante conocida. Yo diría que el equivalente en España a este gusto por las compras sería ir de tapas o de cañas.

En la zona donde estamos cada manzana o dos tienen su pequeño centro comercial en el que se van repitiendo las mismas tiendas así como las cadenas de comida rápida. Lo curioso es que todos tienen público. Luego están los grandes “malls” donde están las grandes cadenas o grandes almacenes y dentro de ellos podemos encontrar algunos más sencillos y otros más sofisticados pero la tendencia de afluencia de público no deja de repetirse.

Me gusta mucha observar a la gente y me doy cuenta que así como en España relacionamos ese acto de ir de compras como algo mayoritariamente femenino, aquí es una actividad que se desarrolla mucho en familia. Así, no es extraño ver a parejas con sus retoños que van juntos de compras. Y no necesariamente o en exclusiva con niños pequeños, sino familias con hijos adolescentes también.

Pues bien de todos los sitios a los que hemos ido, hay dos que me gustaría mencionar de manera especial por su peculiaridad con respecto a lo que estaba acostumbrada de manera habitual. Uno de ellos es “Costco”. Sería el equivalente al “Makro” de España, aunque con mucha más variedad de productos, sin ser en exclusiva de alimentación. Pues bien, en Costco todo es gigante o viene en cantidades muy grandes, cosa que por otro lado tiene lógica al ser una tienda en principio pensada para el por mayor. Pero lo que llama la atención es la distribución de los productos. Al lado del Ketchup y la mayonesa, justo al lado, encontramos cremas de mujer de marcas de primera; al lado de la cerveza están los pasteles. Junto a los productos de limpieza encontramos bonos para Disney y Sea World y más adelante las vitaminas. ¿Será alguna estrategia de marketing eso de mezclar productos que no tengan nada que ver? ¿Hará que la gente compre más?

El diseño de toda la tienda es como de almacén, la decoración es casi nula pero allí podemos encontrar marcas muy prestigiosas y a precios increíbles.

Y lo otro súper divertido es que tienen muchísimos empleados para dar a probar diferentes productos comestibles: desde diferentes variedades de pan, salsas, yogures, batidos, postres, arroz, focaccia…un poco de todo.

El otro sitio que me gustaría mencionar y que me dejó bastante impactada fue el “Anaheim Marketplace”, sería algo así como el mercado de Anaheim, pero aquí se conoce como el mercado de los mexicanos. Por fuera parece un sitio normal, un parking gigante llenísimo de coches y un poco más difícil de aparcar de lo habitual. Cuando entras parece que cambiaras de país. Nunca he estado en México, pero este lugar es como si estuvieras allí. Entras en otro mundo. Solo se oye hablar en español y todo lo que allí se vende va acorde con la cultura de este país. Hay diversos puestos de bebidas donde se pueden comprar “raspados” o “aguas” de muchos sabores de frutas. También se puede comprar fruta fresca con yogur y si quieres picante por encima. Hay muchos puestos de comestibles, de ropa, de zapatos, de vestidos de comunión, de ropa de fiesta, de maletas.

El bullicio y la multitud es increíble, todos los sentidos se ven invadidos y no te da mucho tiempo asimilar lo que está sucediendo. El olor dulzón de los raspados se mezcla con el de picante. Es un ambiente embriagador, a mi me resultó agobiante y atractivo al mismo tiempo. Como si me cansara estar allí pero al mismo tiempo me resultó tremendamente familiar.

El mercado está muy, muy cerca de Disney pero por allí no se ve un solo turista. De cada diez personas en el mercado, nueve son mexicanas (o de origen mexicano) y una oriental (asumimos que son coreanos o vietnamitas).

Como dato curioso, mi marido, que mide 1,80m, era la persona más alta de todo el recinto y el único blanco, y el único que iba de traje, al menos durante las dos horas que estuvimos. Fuimos a comer a un sitio muy mexicano, con comida que resulta extraña y nos dejaron pasar a mi hija y a mi llevando bebidas de otro local (yo iba con un raspado de tamarindo) y allí que se puso Toni a comer una comida muy extraña y picante con su cervecita mexicana y sus nachos al lado; como si estuviera acostumbrado a hacerlo todos los días. Y la gente nos miraba medio sorprendidos.

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