domingo, 3 de julio de 2011

1-Billete de Ida


En Agosto del año pasado (2010) mi marido vino a casa un día y me dijo que tenía una propuesta en firme de su jefe para trabajar en California, Anaheim en un nuevo show que ya estaban construyendo y que si yo quería nos iríamos a vivir a América y empezar allí una nueva vida. Por supuesto todavía tenían que hablar de muchas cosas y negociar sus condiciones pero él parecía muy entusiasmado.

Yo me entusiasmé con él y le dije que me parecía bien esta idea, aunque realmente en ese momento no pensé que realmente llegaría a suceder. La idea parecía una fantasía muy lejana a nuestra vida en Palma de Mallorca.

Teníamos una casa, nuestros respectivos trabajos, habíamos conseguido el colegio que nos gustaba para nuestra hija y teníamos planes de ampliar la familia.

Los meses fueron pasando y yo seguía sin ser consciente del giro que iba a dar nuestra vida.

En enero mi marido, Toni, se fue a California. Al mismo tiempo otros acontecimientos iban sucediendo. Mi suegra falleció unos días antes de su partida y yo estaba embarazada de muy poco tiempo. Tomamos la decisión de que él se fuera antes para que nuestra hija, Yoanellita, terminara el curso escolar en España. Así que por delante me esperaba gran parte de mi embarazo en solitario, así como una enorme mudanza y una gran serie de preparativos, gestiones, como alquilar nuestra casa, vender mi coche…etc.

Menos mal que para facilitar las cosas en febrero me ofrecieron una reducción de jornada y a pesar de seguir viajando empecé a tener las tardes libres. Mis padres fueron yendo y viniendo a Palma y sobre todo en la recta final antes de irme me fueron de gran ayuda porque la casa estaba llenísima de cosas y teníamos que meter todas nuestras vidas en unas pocas maletas.

Y llegó el día, el 27 de junio, Yoanellita y yo partimos rumbo a Los Angeles con un billete solo de ida, las dos juntitas y mi tripita de 32 semanas.

Viajamos en Business, lo que hizo el trayecto en medio de lo que cabe menos pesado, escala en Dusseldorf y dura llegada a LA con una cola tremenda en el aeropuerto. A la salida nos esperaba Toni y el re-encuentro fue fantástico.

Hacía muchísimo calor, me daba la sensación de estar en Santo Domingo, contenta de que estuvieramos juntos y con la sensación de no estar realmente aquí, como si estuviera viendo desde fuera lo que pasaba y en cualquier momento me fuera a despertar en Palma. Pero el caso es que ya estábamos en California y se había iniciado mi nueva aventura americana. El cuarto país en el que vivo me daba la bienvenida.

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